Aún siendo la segunda ciudad más grande de Bélgica con más de medio millón de habitantes, el recorrido turístico por el centro de Amberes (en neerlandés Antwerpen) puede hacerse tranquilamente en un par de días. Desde Con uVe de Viaje os invitamos a conocer los dos itinerarios que nosotros seguimos y que nos permitieron conocer muchos de los rincones de esta bonita ciudad.
Un poco de Historia: Desde que en el siglo XV comenzase su desarrollo económico, Antwerpen siempre ha sido una ciudad profundamente ligada al comercio, tanto que en la actualidad presume de ser uno de los puertos comerciales más grandes del mundo (el segundo de Europa), un centro de referencia en el mundo de la moda, además de ser la capital mundial en el negocio de los diamantes.
¿Por qué Amberes? Un concierto de Paul Kalkbrenner fue la excusa que necesitamos para organizar una escapada de fin de semana a esta ciudad situada en el norte de Bélgica muy cerca de la frontera con los Países Bajos, y la única de las grandes ciudades belgas que nos quedaba por visitar.
RUTA 1: De la Estación Central al Barrio Portugués.

Al salir de la estación por su fachada principal es muy fácil orientarse. Si dejamos la estación a nuestras espaldas y nos fijamos, delante nuestro y hacia el Norte, tenemos la pagoda que marca la entrada del barrio chino, a nuestra derecha (Este) se encuentra la entrada al zoo de la ciudad, uno de los más antiguos del mundo. Hacia el Sur, siguiendo el lado oeste de la estación se haya el barrio de los diamantes. Por último, hacia el Oeste, tenemos el centro de la ciudad y todo el centro histórico, y es en esa dirección a donde nos dirigimos.
Una estatua del pintor flamenco Antón Van Dyck nos da la bienvenida a la entrada de la calle De Meir, la principal calle comercial de la ciudad, compuesta de edificios señoriales renacentistas y palacios reconvertidos en tiendas y centros comerciales. Nos llama especialmente la atención el Stadsfeestzaal, con sus techos dorados y su enorme copa de champagne-bar, y la chocolatería TheChocolate Line que se encuentra en un antiguo Palacio Real, donde además de comprar este delicioso producto belga se puede visitar su cocina.
Volvemos cerca de la catedral y llegamos a Grote Markt, la Gran Plaza de Amberes, que como en otras Grote Markt de la región flamenca se conserva una arquitectura envidiable, con el ayuntamiento a un lado y las distintas casas gremiales a otro. Preside la plaza una estatua del héroe local Silvio Brabo. Cuanta la leyenda que existía un gigante llamado Druoon Antigoon y que cobraba peaje a todos los barcos que pasaban por el río Escalda, amenazándolos con cortarles la mano si no lo hacían. El valiente Brabo se enfrentó al gigante y venció, cortándole su mano como escarmiento y lanzándola al río. De esta leyenda deriva el origen del nombre de la ciudad. Los lugareños empezaron a llamar la zona como Hant werpen (hant = mano; werpen = lanzar) y el paso de los siglos hicieron el resto hasta convertirlo en Antwerpen. Si somos un poco observadores nos habremos dado cuenta de que encontramos “manos” por todos lados, ya que esta es el símbolo de la ciudad.
Continuamos dirección hacia el río Schelde. Lo primero que nos llama la atención es que no existen puentes para cruzar a la otra orilla (más tarde descubriríamos que existen varios tuneles con esa función). Paseamos tranquilamente aguas abajo hasta pasando junto a “t’ steen” -la roca- una fortaleza considerada el edificio más antiguo de la ciudad.
Continuamos dirección hacia el río Schelde. Lo primero que nos llama la atención es que no existen puentes para cruzar a la otra orilla (más tarde descubriríamos que existen varios tuneles con esa función). Paseamos tranquilamente aguas abajo hasta pasando junto a “t’ steen” -la roca- una fortaleza considerada el edificio más antiguo de la ciudad.
Abandonamos la orilla del Escalda para adentrarnos por el Schipperskwartier, el barrio marinero en busca de la escondida Iglesia de San Pablo que por las horas (la mayoría de monumentos y museos en Bélgica cierran antes de las 17:00) encontramos ya cerrada. Sin abandonar el barrio seguimos dirección norte y pasamos por el barrio rojo, en el que se encuentra el famoso Caféd’Anvers y Villa Tinto, donde las prostitutas nos miran pasar desde detrás de sus escaparates. Aunque se respire seguridad en el barrio [leer] lo dejamos atrás con sensación agridulce tras comprobar hasta donde llega la miseria del ser humano.
En nuestro camino llegamos a los muelles donde un colosal MAS (Musseum Aan de Stroom) nos recibe. En su terraza de la última planta tenemos una vista 360º (gratuita) de la ciudad y del puerto de Amberes, que supera en extensión a la propia ciudad. Finalmente acabamos este recorrido cerca de Sint-Jansplein en el barrio portugués y cerca de nuestro alojamiento en los apartamentos Condo Gardens.
RUTA 2: Del barrio portugués a la Estación Central.
El segundo de nuestros itinerarios comienza donde termina el anterior, en el corazón del Barrio Portugués. Después de una primera ruta en la que visitamos prácticamente todos los atractivos turísticos de Amberes, reservamos esta segunda para acercarnos un poco la ciudad más humana.
Desde Sint-Jansplein vamos callejeando dirección a la estación central. En nuestro recorrido vamos cambiando de calle y parece que cambiásemos de país. Portugueses, árabes, polacos, turcos, africanos, asiáticos… un sin fin de nacionalidades y de culturas (no en vano la ciudad presume de tener habitantes de 168 nacionalidades distintas, solo superada de cerca por Ámsterdam con 171) que aunque conviven cercanas nunca llegan a mezclarse del todo.
Regresamos a la estación central a través de Van Wesenbekstraat, la pintoresca calle principal del barrio chino y donde se puede comer en auténticos restaurantes asiáticos, incluso con patos laqueados en las ventanas. Otra posibilidad para comer es en alguno de los cientos de restaurantes de comida rápida que hay distribuidos por la ciudad, especialmente en la zona de la estación central, donde se pueden comer a cualquier hora alguna de las frituras belgas, sobre todo patatas fritas asadas en manteca de cerdo.
Tras retroceder unos cuantos siglos dentro del museo, reanudamos el camino y muy cerca encontramos otro mercado, en esta ocasión de artículos de segunda mano (En esta zona se puede encontrar uno de los puentes que cruzan a la otra orilla). Seguimos nuestra ruta y pasamos al lado de un gigantesco mural pintado por uno de los artistas de comic más famosos de Amberes (Brecht Events).
Como aún no estamos cansados y aún nos sobra tiempo nos alejamos de la zona centro y vamos dirección sur hasta Leopold de Wael Plaatz. Por esta se pueden encontrar varias galerías y museos de arte y fotografía, entre los que destaca el KoninklijkMuseum voor Schone Kunsten (Museo Real de Bellas Artes) donde se pueden encontrar numerosas obras de Rubens y Van Dyck entre otros.
Nos acercamos al final de nuestra ruta pero antes de abandonar Antwerpen aún nos queda un paseo por el bonito Stadspark (el parque de la ciudad) donde nos relajamos del ajetreo de la ciudad. Tras relajarnos en este bonito espacio verde, entramos en el barrio judío donde un par de calles fuertemente vigiladas por la policía nos recuerdan que Amberes es conocida desde la Edad Media por su comercio de diamantes. El barrio de los diamantes -históricamente controlado por mercaderes judíos aunque en la actualidad el negocio empieza a estar dominado por indios y chinos- alberga cuatro Bolsas de Diamantes (En New York solo existen dos). En la proximidades esta el Diamant Museum y en todas las calles próximas podemos encontrar cientos de tiendas incluyendo en la misma Estación Central, punto de partida y final de nuestro viaje y donde podemos comprar si el presupuesto -y los principios- lo permiten, un brillante recuerdo de Amberes.
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